Es muy conocido por todo el mundo, bastante popular y la verdad es que me gusta bastante pese a que tiene un ambiente suburbano la mayoría del tiempo que a algunas personas les puede desagradar. No sé, quizá sea eso precisamente lo que le da el encanto.
El otro día fui y no pude evitar sentirme bien al salir de sus entrañas y contemplar esa mezcla de gente: turistas con ropa cómoda, llamativos barrenderos, dos policías nacionales a caballo, mendigos, muchas prostitutas... y de edificios singulares: el teatro, el hammam, el edificio del ministerio, el bingo, la venta al por mayor, la cafetería,...
Mientras tanto, él ve el tiempo pasar, intentando arrastrar con su eterno empeño lo que sobra, lo que ensucia... y quizá lo haya conseguido. Aprovechando que tenía la cámara en el bolsillo le robé una imagen en su colorido y variopinto centro .
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