Te levantas muy temprano, entre la semioscuridad que queda por las luces del árbol de navidad ves los regalos y los zapatos...
Uno envuelto en papel blanco bastante grande (eso es un marco de la tienda, fijo). El zapato de mi padre sobre una bolsa de sfera (ese no será), la bota de mi hermana con un paquete cúbico (ese tampoco), la zapatilla del Barça de mi padre con otro regalo (vaya, tampoco será ese), una zapatilla deportiva que hace muchos años fue mía (¿quizá ese?), ¿un zapato de mi hermana que hace las veces de zapato para Vero quizá?, un zapato de mamá y su regalo, un regalo sin zapato con forma de botella,... y ya está.
Está bien, será la deportiva: vaya, ¿qué es esta especie de carpeta? Desenvolveré con cuidado lo siguiente, a ver si esto no va a ser mío. Una camiseta de sfera de manga corta; a ver si esto va a ser de Pablo, vaya, lo volveré a envolver. No tengo tiempo, así por encima vale.
Entonces, ¿cual es el mío?. Me voy, no hay tiempo para más. Primero aplastaré un poco el regalo del zapato de mi padre, a ver si va a ser ese para mí. Parece blandito, será ropa, un momento, eso era de Pablo si mal no recuerdo.
De acuerdo, yo creo que he sido bueno. Luego me explicarán, cuando todos hayan cogido los suyos.
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