... fue tan bien como imaginé. Tanto o más como me esperaba.
Allí te encontré, rubísima, guapísima como siempre, esperando sentada, con tu maleta a un lado, sujetando el movil... y me reconociste al llegar.
Ni siquiera bajé nada del coche, por nervios ansiosos. A pie de playa, con las olas de fondo te volví a abrazar. Por fin.
Volví a sentir calor interior, lo invisible. Porque tu sonrisa lo despierta. Porque cuando estás contenta transmites esa paz, ese bienestar que tanto me gusta, tanto como tus curvas.
Y entre mensajes secretos desvelados, sorpresas, luz negra, el crepitar de un fuego físico y uno emocional, la atmósfera envolvente y el calor del sur de europa reafirmé que tu cercanía me hace feliz, porque conecto "así" contigo, por nuestras cosas en común y lo que nos diferencia, por tu sensibilidad, por tu delicadeza, porque eres tú.
Me sorprendí esos días mirando tus rizos y oliendo tu perfume, fijando mis ojos en los tuyos, andando en arenas doradas, como la costa. Disfrutando de la adrenalina y en definitiva, siendo feliz. Y así me di cuenta de lo enganchado que estoy a tí, durmiendo con el sonido de las olas del mar de fondo.
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