Típicas casas-cueva |
No sé muy bien por qué razón ha venido a parar aquí hoy una señora mayor, de aquí del pueblo, extremadamente humilde, pobre, bastante peculiar y conocida por todos, pero desconocida en el fondo para muchos. Yo entre ellos. A esta señora la llamaré la señora Paula.
Se han juntado en la tienda dos mujeres mayores contando a Paula. La conversación, no sé por qué, ha llevado a finalmente preguntarle la señora mayor a la peculiar Paula con un poco de desprecio:
- ¿Tú cuantos años tienes? ¡Si tu no sabes ni los años que tienes! ¿A que no?- al tiempo que miraba hacia mi madre con un gesto de "si esta es una analfabeta, que ni sabe su edad".
Paula ha respondido con una sonrisa en la cara, con campechanía y sin maldad diciendo:
- Pues no que no lo sé...
- Si es que -prosiguió la otra señora- estos vivían ahí abajo en la covacha, no tenían na.
La covacha es un lugar que hay en mi pueblo, una antigua casa-cueva, de esas casas que están excavadas en la ladera del cerro y en la que por lo general solamente vivía la gente más humilde, los que no tenían dinero para pagar una casa en la zona más alta del pueblo, cercana al centro urbano. De ahí se deriva ese insulto despectivo que se utiliza aquí que, cuando se quiere insultar a alguien llamándole paleto, inculto, o porque grita mucho se le dice "cuevero"; pues esta condición de cuevero iba aparejada al analfabetismo propio de la gente más humilde que no podía acudir a la escuela.
- ¿Y tus hermanas?¿Qué tal están? -preguntó la otra señora- ¿Y la que se le comió la oreja el perro? Esa es mayor que tú, ¿no?
- No, esa era más pequeña -corrigió Paula.
- Anda, anda que cosas tienes, como va a ser esa más pequeña que tú.
- ¡Que sí! Que era más pequeña.
Ante lo que acababa de oír mi madre, atónita preguntó:
- ¿Como has dicho?¿Que se le comió la oreja un perro?
- Sí... -contestó Paula- La dejamos un ratito sola, cuando era mu chiquitita. Vino un perro y se comió su oreja.
Mi madre miró a la otra clienta y comprobó como esta asentía con la cabeza y decía:
- No ves que sacaban a los hijos ahí, en medio del cerro, los sentaban y ni los controlaban.
- Además es que ella, no podía andar, tardó mucho en andar, era mu mayor ya cuando pudo andar.
Esta historia, real como la miseria que padecían en aquellos tiempos, es fruto precisamente de eso, miseria. La miseria de los años posteriores a la guerra, la miseria del segundo cuarto de siglo XX en España.
Que se coma un perro la oreja de una niña de quizá 4 años,que simplemente la habían dejado sus padres a pocos metros de casa en un gesto de descuido (no de despiste, sino de poco cuidado, quizá también por la época, por su condición, por su falta de muchas cosas...) estaba tomando el sol solo puede ser causado en gran parte por esa miseria.
Por la falta de sanidad, por algún defecto ligero del nacimiento, alguna enfermedad, algún retraso del crecimiento por malnutrición o por lo que sea, la niña ni andaba. Vivían en un estado que actualmente se puede encontrar en esos poblados chabolistas de las periferias de algunas ciudades. El caso es que un perro se comió su oreja.
Yo al escuchar la historia he tenido este flash:
Un buitre a punto de comerse a un niño moribundo. La famosa foto ganadora de un premio Pullitzer, que además, en parte le costó muchas críticas y hasta el suicidio a su autor.
La niña probablemente no llegaba a esas condiciones tan extremas, pero que un animal venga y se coma parte de tu hijo, quitando hechos accidentales, solamente puede ser por una vida en condiciones infrahumanas.
En España el año pasado había un 21% de españoles viviendo por debajo del umbral de la pobreza. Desde entonces la cosa ha empeorado. Significa que hay 9 millones de personas con unas dificultades económicas muy serias (la quinta parte de la población). Sin acceso a una nutrición adecuada, sin acceso a muchos bienes y servicios básicos.
"Estoy deprimido [...] sin teléfono [...] dinero para el alquiler [...] dinero para la manutención de los hijos [...] dinero para las deudas [...] ¡¡¡dinero!!! [...] Estoy atormentado por los recuerdos vivídos de los asesinatos y los cadáveres y la ira y el dolor [...] del morir del hambre o los niños heridos, de los locos del gatillo fácil, a menudo de la policía, de los asesinos verdugos [...] Me ido a unirme con Ken, si soy yo el afortunado."
¿Hacia donde queremos ir?
Tenía que escribirlo, pese a que hace mucho que no lo hago por falta de tiempo.
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