Habían
atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. El
conductor frenó súbitamente y a Bruno se le cayó el ojo de cristal que fue rodando
hasta la parte delantera del autobús de la compañía "el avión". El
copiloto miró impasible el ojo en el suelo y por el micrófono pidió disculpas: “el
conductor se ha pasado la última salida, nos hemos desviado un poco”. ¿Y como
dices que se llamaba el copiloto? Un tal Caronte.
Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarENHORABUENA POR TU BLOG, EN EL QUE HAS REFLEJADO A LAS MIL MARAVILLAS EL ANTRO SHOKO. LOS JÓVENES PODIAN COIPIAR DE LA REALIDAD Y DIVERTIRSE EN OTROS LUGARES CON MEJORES CONDICIONES QUE NO PELIGRE SU SALUD
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