Y llegó Abril, el mes elegido en el calendario. Y terminé mi trabajo y me dispuse para irme, dejando todo lo mejor preparado que pude.
Y llegó el día 12, con esa sensación interior que te absorbe el estómago, te bloquea la garganta y casi te impide pensar, pero piensas.
Y despegó el avión y yo en él, dejando atrás los abrazos y los besos que quiero recuperar cuanto antes.
Y aterrizó el avión en una tierra que ya pisé pero de otra manera. Sabía que no sería fácil y sé que no lo será, pero aquí estoy dispuesto a todo, porque desde el suelo, uno no se puede caer.
Ahora sí que puedo decir que ya estoy en Londres.
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