Se me ha pasado volando, pero han pasado cosas, muchas cosas y muy importantes para mí, desde ayer a estas horas.
Como muchos ya saben gracias a las redes sociales, ayer me encontré con un sordo mudo irlandés en el bar del hotel. Si a alguien como yo, que estoy aprendiendo inglés, ya nos cuesta con los que hablan, imagina con alguien que emite sonidos parecidos a palabras o palabras entrecortadas.
Pues nos entendimos
y la cosa dio para hablar sobre flamenco, sobre la reina Isabel segunda, ETA y el IRA (logicamente no en profundidad).
Me he levantado tarde y no he podido ir al gimnasio, pero he ido a la peluquería, me han cortado el pelo y... me lo han dejado como un arbusto recién podado, en fin... era la primera vez que me cortaba el pelo en un lugar distinto a mi peluquería de toda la vida, a la que llevo acudiendo desde mi primer corte de pelo.
He ido a la escuela, primera clase de conversación exclusivamente. Más gente nueva, demasiados españoles. He olvidado la tarjeta y las llaves dentro de mi casa. He vuelto, tenía que ir a trabajar y no podía entrar. Ha salido mi vecina, me ha abierto la calle y me ha dicho que la ha parecido ver mi puerta abierta, sin cerrar del todo.
Efectivamente, así estaba, sin cerrar del todo. Un vistazo rápido: está todo. Me voy a trabajar.
Cena: 1/2 pollo, verduras, 1 bol de arroz y una manzana. El chef se sorprende con lo que como. Trabajando, unos segundos de relax, facebook en el movil. Mala noticia.
Llamada al instante para ver. Clientes inoportunos. Aplazamiento.
Recoger propinas y a casa. Confirmación de las malas noticias, la cosa ha empeorado allí.
Para que yo sea feliz otra persona tiene que serlo, pero sin esa persona tampoco lo soy plenamente. Prefiero no ser plenamente feliz.
Implicaciones: ¿y si?, ¿cuando?, si no ¿por qué no?, prioridades, sentimientos, decepciones, ¿qué vendrá?, ¿quién?, ¿vendrá?, ¿meditado o no?, ¿habrá terminado?, ¿se acrecentará?, ¿se aclarará?, ¿vencido?
No, yo no.
Así se comienza relatando y se termina casi como un telegrama. Las prisas no son buenas consejeras, ni la mente, ni tu peor enemigo.
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