Resulta que me encontraba paseand por encima del valle, aquí en Yepes, en el camino de las cruces como lo llamamos. Observando el paisaje, miraba hacia abajo por la cañada de Valdelacueva, uno de los mejores lugares de Yepes para ver la puesta de sol. De repente, salían un montón de animales corriendo, como de entre las piedras más grandes. Eran toros, sí, toros de lidia que se iban a reunir en manada.
Entre ellos también salía un jinete, un hombre a caballo con unas polainas verdes y una gorra también verde. Como apoyo llevaba una garrocha, ya que era el mayoral. Pero no era un mayoral cualquiera, era alguien conocido, era Gonzalo, el Pola.
Entonces, toda la manada de toros comenzaba a correr hacia los yesares, por el fondo del valle, como una estampida que el mayoral no podía controlar. Desobedeciendo ese impulso gregario que les había hecho comenzar la marcha, uno de los animales en lugar de huir como el resto, se arrancaba asustado para envestir y lo hacía a uno de los becerros. Lo envestía y lo hería en la pata trasera derecha (no entraré en los detalles que nítidamente he visto en mi sueño). Después corría hacia una persona que estaba en la ladera del cerro, debajo de donde estaba yo ubicado, observando.
El hombre, que era un amigo de Gonzalo, le llamaba pidiendo ayuda mientras huía para ponerse a salvo, ya que el toro lo envestiría. Yo, en vista de que el toro se iba acercando cada vez más, decidí buscarme un sitio a salvo y me subí a la cruz más alta da las que hay en el calvario (creo que es la antepenúltima parada del viacrucis que hay en el camino). Era una cruz un poco diferente a las que había o hay, ya que hace mucho que no voy. Era de marmol blanco, más alta y con una peana más alta a la cual me subí.
Entonces empezaba a venir gente; más y más gente, una muchedumbre, como huyendo del toro, pero andando y hablando, sin correr y provocando un gran murmullo. He visto pasar a gente de todo el pueblo, pero a todos eh... los "Terreras", Ezequiel el padre de chavo, Victor Grillo, Berman (no sé si se escribirá así), el Pola, Manolo el peluquero,... Algunos de ellos se refugiaban conmigo en la peana de la cruz, pero otros seguían andando.
Después me he despertado. En otra ocasión contaré uno de mis sueños más repetitivos.
La mente humana es maravillosa
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