Mi primeras horas en Toronto

Aquí estoy, a miles de kilómetros de ese lugar de la mancha que titula el blog. Tengo un 38 % de batería en el portátil y no sé para lo que me dará. ¿Por qué no lo enchufo? Por varias razones, la primera es la falta de un adaptador para el enchufe americano, pues está en mi maleta que en lugar de estar aquí a mi lado en Toronto está en el aeropuerto de Bruselas esperando a que vaya un avión a por ella. La otra razón es que en este lugar, que más que Canadá parece la Habana por el calor que hace y la humedad (me han dicho que está haciendo mucho calor hoy, más de la cuenta casi), en esta casa en la que una familia de origen filipino me acoge durante 4 semanas, no hay electricidad.


Estoy en un cuarto, pintado de azul, pero con la pintura muy manchada, la cama: justa para un mes. El suelo es de tarima, igual que el que tengo en mi habitación en España. Una mesa blanca con un flexo estilo Pixar y una silla negra, simple, de madera. Un armario empotrado bastante grande (cuando tenga aquí mi ropa cabrá de sobra) y un enorme sillón de estilo victoriano en la esquina opuesta a la que estoy. Todo muy americano menos el sillón.

A través de la ventana, partida y de corredera de arriba abajo, con una mosquitera. Puedo ver entre los árboles el paso de los mercancías que avisan con sus bocinas de que están atravesando la ciudad.

Casas con césped, sótano, patio de atrás, barbacoa gigante, frigorífico King size, interruptores de palanca… lo de las pelis, pero en la realidad. Todas las bombillas de bajo consumo y un enorme ventilador en el techo. ¡Anda! ¡Ha vuelto la electricidad! Me conectaré al blog en cuanto pueda y publicaré esto y algo más.